-Gormtrommi -fue pronunciado en un susurro.
-Todavía es muy pronto para molestarlo. Primero debemos estudiar lo ocurrido y luego se reunirá el Consejo de Ancianos -advirtió un enano con larga barba blanca y voz profunda. -Entonces veremos si es necesario consultar con Gormtrommi o si realmente es un asunto para que los enanos discutan.
-¡Por supuesto que hay que discutirlo! -vociferó un enano de barba rojiza, ubicado en el centro del pequeño grupo. -En todo el Imperio se discute. ¡Si hasta hemos tenido noticias al respecto de los estirados orejudos!
-Nuestro clan no va a tomar decisiones basadas en lo que hagan o deshagan los elfos -replicó duramente el otro. -Y siendo un asunto que está siendo tratado con tanto secreto, no creas saberlo todo sobre lo que se discute en el Imperio.
-¡Pero el mensaje es de los imperiales!
-Durgur, los humanos son seres de mente retorcida. Es cierto que el mensaje llegó de parte de uno de nuestros aliados imperiales, pero lo dicho o supuesto allí puede distar ampliamente de lo que se sabe o se piensa en el resto del Imperio. -explicó el anciano.
-¿Entonces no podemos confiar en nuestros aliados ahora?
-Podemos confiar en que nuestros verdaderos aliados humanos nos digan lo que ellos piensan que es real. Luego el Consejo deberá discernir si puede confiarse en la verosimilitud de sus palabras.
-¡Pero es evidente que se trata de algo importante en lo que los enanos deben participar! -exclamó otro de los enanos.
-Pareciera que un lampiño que nunca ha visto un Knublsprube se ha colado en la habitación -señaló duramente el anciano, a lo que el otro se envaró visiblemente ofendido pero con sus orejas coloradas evidenciando su vergüenza. -Nunca dije que nuestro clan no fuera actuar, y menos me corresponde hablar por la totalidad de los enanos. Pero es al Consejo de Ancianos a quién le corresponde la decisión y, quien de considerarlo necesario, consultará con Gormtrommi. No a un grupo de Gnutrommí trabajando en los correos a cargo de un anciano demasiado benévolo para ponerlos en su sitio sin tantas explicaciones.
Todos los enanos reunidos en la pequeña sala de piedra iluminada por un ancho hogar agacharon la cabeza ligeramente. Todos salvo Durgur.
-¿Y no podemos ir estudiando el mensaje para que luego puedan discutirlo mejor en el Consejo de Ancianos? -preguntó desafiante.
El anciano se secó transpiración de su frente con una mano, mientras suspiraba y se mesaba la barba con la otra. Miró fijamente a Durgur durante un rato hasta que la sombra de una sonrisa apareció escondida tras sus espesos bigotes.
-La tozudez puede ser muchas veces una virtud, Durgur. Sólo hay que tener cuidado de no caer en la terquedad. Muy bien, discutamos el contenido de los mensajes, porque no es uno solo, Durgur. Ya son varios los mensajes que nos han llegado al respecto. Pero, lo que es más preocupante, son varios los mensajeros que se han perdido en el camino y sólo el destino de unos pocos conocemos. Pero antes de empezar, tenéis que tener claro que acá no decidiremos nada. Simplemente me ayudaréis a analizar el contenido de los mensajes para que pueda presentarlo ante el Consejo más sabiamente… si es de sabios discutir estos asuntos con Gnutrommí -acabó por lo bajo. Si alguno de los enanos escuchó sus últimas palabras, prefirió hacer oídos sordos a ellas.
Varias horas más tarde, los enanos estaban sosteniendo peligrosamente velas y lámparas de aceite en la sala repleta de papeles, con los ojos pegados a los pergaminos.
-¡Esto no tiene ningún sentido! -rezongó Durgur. -No pueden estar ocurriendo tantas cosas al mismo tiempo. Aparte, tantos de nuestros mensajeros perdidos... ¡Y de esta forma! Parece una broma de los dioses.
-Recapitulemos y pensemos las cosas por separado -reprochó el anciano. -Es cierto que nuestros mensajeros fallecieron o desaparecieron en forma extraña. Pocos deberían haber venido a pie en lugar de en girocóptero con esta clase de mensajes y sin embargo ese parece haber sido el caso. A menos que contemos ya con menos girocópteros de los que teníamos, que a esta altura no me sorprendería. Ejércitos enteros intentando capturar a nuestros mensajeros, incluso algunos atreviéndose a acercarse a las mismas puertas de nuestras fortalezas. Corren rumores entre los exploradores de haber visto un mensajero internándose en Gunbad e incluso de otro devorado por un maldito garrapato en un apestoso campamento goblin. Poco tiene sentido. Sin embargo, de ser ciertos los otros mensajes, tenemos entre nuestras manos lo que parecen ser fragmentos de una profecía. Hay quién dice que las situaciones más inesperadas pueden darse cuando de ellas depende el cumplimiento de una profecía.
-Eso suena a filosofía élfica -se quejó Durgur. -Se supone que una profecía es la advertencia de nuestros ancestros sobre los eventos futuros, no una declaración todopoderosa de las cosas que deben ocurrir.
-Claro que es una advertencia de nuestros ancestros. Pero a menos que sepas cómo funciona todo en este mundo, no hagas oídos sordos a todo lo que dicen los elfos. Mal que nos pese, no han sido pocas las veces que han acertado con sus teorías ridículas… Si bien nuestros Maestros y eruditos han logrado dar luego con explicaciones más sensatas que apuntaban en la misma dirección que las locuras de los elfos.
-¿Es cierto que ha habido batallas casi a las puertas de algunas de nuestras fortalezas? -cambió de tema otro de los enanos con aire casi soñador.
-Eso me han contado. Incluso conozco algunos detalles sobre la batalla frente a… No, mejor dejemos la historia para otro momento -decidió el anciano para desilusión de varios de sus aprendices. -Tenemos que seguir con lo que debo presentar ante el Consejo. Ya tenemos identificadas y separadas lo que parecen ser distintas partes de la profecía, provenientes de nuestros contactos en el imperio, entre los elfos e incluso esos mensajes obtenidos de los goblins. Halgar, ¿has terminado de traducirlos?
-¡Esto no tiene ningún sentido! -rezongó Durgur una hora más tarde.
-Ya lo has dicho -dijeron por séptima vez los demás enanos con voz cansina mientras el anciano le clavaba una profunda mirada.
-Pero es que no lo tiene. Son todas frases inconexas e incluso cada frase carece de sentido. "La vida de la reina que evitó la sangre". "El árbol que dejó de serlo para no regresar". Y Halgar asegura que lo único comprensible que pudo obtener de esos mensajes goblins es que "los de abajo podrán subir y quién los mantenga bajo su control dominará". Suena a lo más comprensible salvando el detalle de que no dice quiénes son los de abajo, abajo de donde están o donde subirán. Halgar, ¿estás seguro de haberlo traducido bien? ¿No te has dejado nada?
-¿Podrían ser los skaven? -preguntó dubitativo otro de los enanos.
-No. Por más que las ratas quisieran salir a la superficie o que alguien los pudiera controlar, difícilmente dominarían nada. Solamente habría guerra, una terrible guerra, pero que no podrían ganar, no contra todos los habitantes de la superficie -contestó el anciano mientras miraba a otro de los enanos. -Lori, hace casi media hora que llevas mirando ese mismo pergamino con el ceño fruncido. Y si no me equivoco, ni siquiera forma parte de los que contienen la profecía.
-Es que no tiene sentido -respondió sin pensar, ante lo que recibió una mirada admonitoria por parte de los demás enanos mientras Durgur sonreía abiertamente satisfecho. -Recibimos esto desde un contacto en Esk, una ciudad de Hochland, en el Imperio, si mi memoria no me falla, cosa que dudo seriamente. De acuerdo a nuestros archivos, Esk es una ciudad fortificada situada justo al pie de las Montañas Centrales, que ascienden abruptamente en ese sitio, cerca de un paso montañoso.
-¿Y entonces? ¿Qué dice el mensaje? -lo apremió Durgur cuando Lori se detuvo para volver a mirar el pergamino en sus manos con el ceño fruncido.
-Es un informe de rutina. Las guarniciones se mantienen en buen estado... son tiempos de escaso comercio... están reparando dos torres vigías... aquí está. Sin percatarse, nuestro aliado indica que las murallas se están reparando, salvo el muro norte, ya que los albañiles se quejan de que es peligroso colgarse de la muralla con los fuertes vientos del norte. La alcaldía no le da mayor importancia, ya que son reparaciones menores que están lejos de poner en peligro la estructura o capacidad defensiva de la muralla.
-No estoy seguro de percatarme yo tampoco de lo que a ti te parece tan claro -señaló Durgur.
-Vientos del norte. No puede haber vientos del norte sobre Esk. He estudiado la geografía de la zona en nuestros archivos. Las montañas al norte de la ciudad bloquerían y desviarían cualquier viento proveniente de esa dirección.
-¿Estás seguro de esto, Lori? -consultó el anciano con cara de preocupación. -Humanos y elfos hacen mención de ciertos vientos del norte como preámbulo a sucesos poco agradables de nuestra historia. Deberíamos revisar esos archivos que mencionas.
-¡Soy un idiota! -gritó de repente Halgar. -Lo he traducido casi correctamente Durgur, pero mal interpretado. Los goblins dibujan sus rudimentarios mapas alrevés, los muy imbéciles. Ponen en ellos los nombres de forma que que el norte queda abajo y el sur arriba. Y utilizan la misma palabra para decir "abajo" que "norte"... y uno después se pregunta por qué están constantemente peleándose entre ellos. No deben poder ni comprenderse correctamente al hablar.
-Es la peor noticia que podrías haberme dado, Halgar -dijo muy seriamente el anciano, con voz cansada. -Pero me alegro que lo hayas deducido correctamente. Ahora sabemos a lo que nos enfrentamos. Demonios. Otra vez.
-Ya sabemos que la profecía trata sobre una nueva amenaza del Caos. ¿Por qué seguimos investigando y no vamos con el Consejo de Ancianos? -preguntó Durgur.
-Porque a los miembros del Consejo nos gusta rumiar largo rato las cosas. Cuanto más digerida les presentemos la información, más rápido tomarán una decisión -contestó el anciano. -Además hay elementos que no terminan de cerrar del todo con una nueva incursión del Caos. ¿Qué significan todas las otras frases a las que no les encontramos sentido ni conexión con un avance de los demonios? ¿Son referencias a sitios donde atacarán, donde podemos defendernos? Por otro lado, lo que me preocupa más aún, en la profecía se menciona claramente que alguien controlará a los demonios. Sólo los dioses del Caos pueden lograrlo y, si ese es su deseo, hacerlos avanzar junto a las tropas de humanos corruptos o repulsivos hombres bestia. Pero la profecía parece indicar que incluso son varios quienes podrían controlar a los demonios y quien lo haga dominará. Más aún, dice expresamente “quien los mantenga bajo su control dominará”. Aún si alguien pudiera controlar en algún momento a los demonios, éstos se verían obligados a retroceder hacia el norte en cuanto frenen lo que los elfos llaman Vientos de la magia. Siempre ha sido así. Pueden destruirnos, pero no conservar el control del Viejo Mundo.
-”El vómito de la roca del carnicero”. ”Y avanzarán con la regurgitación de sus nuevas carnes”. "El árbol que dejó de serlo para no regresar". “Las caóticas ramificaciones de las hojas enraizaron”. “Los del norte podrán descender y quién los mantenga bajo su control dominará”. “No hay reglas si no amanece” -fue contando con los dedos uno de los enanos más callados hasta entonces.
-Siempre has sido el más sagaz entre nosotros Rugni. ¿Estás intentando ordenar las frases? ¿Les encuentras algún sentido? -preguntó el anciano.
-¿Y si los demonios descubrieron alguna forma de mantenerse en nuestro mundo? -preguntó a su vez Rugni.
-¿Crees que eso es lo que significa?
-No lo sé. Nuevas carnes, nuevos cuerpos. El árbol que no regresa y las ramificaciones caóticas que se enraizan. Puede significar cualquier otra cosa. Es solo una idea.
-Una idea a la que prestaré atención si proviene de ti, Rugni. Ya muchas veces has demostrado la valía que se esconde entre esas orejas peludas -aseguró el anciano. -Pero no puedo evitar pensar que si los demonios supieran como mantenerse o adentrarse más en el mundo, ya lo habrían hecho. Y aún no se explica que alguien pueda controlarlos.
-¿Y si en la profecía está la receta para lograr todo eso? -indagó Rugni.
-En ese caso nuestros ancestros nos han jugado una mala pasada, si la profecía realmente proviene de ellos. Tendremos que identificar los ingredientes para dicha receta -resolvió el anciano.
-Si son ingredientes, conocemos uno -dijo otro enano. -Aquí dice que “la redirección del monolito es la última de las huellas para llegar al final del camino”.
-Imagino que cualquiera sea la forma en que lo hagan, necesitarán gran energía mágica para lograrlo -dijo el anciano tras meditar unos instantes. -Todo a lo largo de Ulthuan existen Monolitos que redirigen la energía mágica que irradian los portales del norte hacia el Gran Vórtice. Si uno de esos Monolitos es la clave para el dominio del Caos o de quién controle a los demonios, la situación no es tan desesperada. Los elfos colocarán su ejércitos en posiciones para defenderlos.
-¿Desde cuándo sabes tanto sobre los elfos? -inquirió Durgur.
-Primero me acusas de utilizar filosofía élfica y ahora pareces dudar de mis conocimientos sobre ellos -levantó la voz el anciano claramente molesto. -He tenido ocasión de estudiarlos e incluso tratar con muchos de ellos. No creo que necesites saber más al respecto.
Siguió un silencio incómodo sólo perturbado por el crepitar del fuego. Hasta que se oyó un sordo y agudo chillido al quebrarse una rama en el hogar y saltar una lluvia de chispas.
-¿Qué fue eso? -preguntaron varios enanos mirándose entre sí.
Pero el anciano no perdió tiempo. Cogió con una mano una gran pala destinada a acomodar las brazas y con un brusco empujón barrió los troncos que crepitaban en el hogar. Mientras los demás enanos se apresuraban a retirar los pergaminos de donde había caído el fuego, el anciano se metió en la chimenea, apoyó las manos contra las paredes y se impulsó hacia arriba aparentemente sin esfuerzo.
-No debería poder entrar nadie por allí. El ducto se ramifica y empequeñece hasta el tamaño de un dedo pulgar antes de llegar a la superficie -informó Durgur.
-Pero aquí hay un túnel que no va hacia arriba, sino más bien hacia abajo -se escuchó la sofocada voz del anciano mientras forcejeaba dentro de la chimenea. -Y decididamente no cabe un enano en él.
Los demás se miraron confundidos mientras el anciano salía del hogar con la barba repleta de hollín.
-Pero he encontrado ésto -anunció arrojando sobre una mesa un pequeño matojo de cortos pelos marrones.
-Skaven -dijo Durgur, casi escupiendo la palabra. Los enanos se precipitaron hacia la puerta cuando la voz del anciano los frenó en seco.
-¿Dónde se supone que buscarán a la rata? Estamos en el límite de nuestra ciudad, no hay pasajes hacia donde se dirigía ese estrecho túnel. Lamentablemente ahora tenemos que informar al Consejo que también las ratas lo saben.
-Acabo de darme cuenta de algo -dijo suavemente Rugni, quien no se había separado de los pergaminos. -La parte de la profecía que habla sobre el monolito se encuentra sólo en los mensajes robados a los goblins y no se repite en otros, como ocurre con la mayoría de los otros fragmentos. Los elfos no lo saben.
El anciano lo miró secamente con el rostro demudado, antes de salir corriendo de la habitación.
-Todavía es muy pronto para molestarlo. Primero debemos estudiar lo ocurrido y luego se reunirá el Consejo de Ancianos -advirtió un enano con larga barba blanca y voz profunda. -Entonces veremos si es necesario consultar con Gormtrommi o si realmente es un asunto para que los enanos discutan.
-¡Por supuesto que hay que discutirlo! -vociferó un enano de barba rojiza, ubicado en el centro del pequeño grupo. -En todo el Imperio se discute. ¡Si hasta hemos tenido noticias al respecto de los estirados orejudos!
-Nuestro clan no va a tomar decisiones basadas en lo que hagan o deshagan los elfos -replicó duramente el otro. -Y siendo un asunto que está siendo tratado con tanto secreto, no creas saberlo todo sobre lo que se discute en el Imperio.
-¡Pero el mensaje es de los imperiales!
-Durgur, los humanos son seres de mente retorcida. Es cierto que el mensaje llegó de parte de uno de nuestros aliados imperiales, pero lo dicho o supuesto allí puede distar ampliamente de lo que se sabe o se piensa en el resto del Imperio. -explicó el anciano.
-¿Entonces no podemos confiar en nuestros aliados ahora?
-Podemos confiar en que nuestros verdaderos aliados humanos nos digan lo que ellos piensan que es real. Luego el Consejo deberá discernir si puede confiarse en la verosimilitud de sus palabras.
-¡Pero es evidente que se trata de algo importante en lo que los enanos deben participar! -exclamó otro de los enanos.
-Pareciera que un lampiño que nunca ha visto un Knublsprube se ha colado en la habitación -señaló duramente el anciano, a lo que el otro se envaró visiblemente ofendido pero con sus orejas coloradas evidenciando su vergüenza. -Nunca dije que nuestro clan no fuera actuar, y menos me corresponde hablar por la totalidad de los enanos. Pero es al Consejo de Ancianos a quién le corresponde la decisión y, quien de considerarlo necesario, consultará con Gormtrommi. No a un grupo de Gnutrommí trabajando en los correos a cargo de un anciano demasiado benévolo para ponerlos en su sitio sin tantas explicaciones.
Todos los enanos reunidos en la pequeña sala de piedra iluminada por un ancho hogar agacharon la cabeza ligeramente. Todos salvo Durgur.
-¿Y no podemos ir estudiando el mensaje para que luego puedan discutirlo mejor en el Consejo de Ancianos? -preguntó desafiante.
El anciano se secó transpiración de su frente con una mano, mientras suspiraba y se mesaba la barba con la otra. Miró fijamente a Durgur durante un rato hasta que la sombra de una sonrisa apareció escondida tras sus espesos bigotes.
-La tozudez puede ser muchas veces una virtud, Durgur. Sólo hay que tener cuidado de no caer en la terquedad. Muy bien, discutamos el contenido de los mensajes, porque no es uno solo, Durgur. Ya son varios los mensajes que nos han llegado al respecto. Pero, lo que es más preocupante, son varios los mensajeros que se han perdido en el camino y sólo el destino de unos pocos conocemos. Pero antes de empezar, tenéis que tener claro que acá no decidiremos nada. Simplemente me ayudaréis a analizar el contenido de los mensajes para que pueda presentarlo ante el Consejo más sabiamente… si es de sabios discutir estos asuntos con Gnutrommí -acabó por lo bajo. Si alguno de los enanos escuchó sus últimas palabras, prefirió hacer oídos sordos a ellas.
Varias horas más tarde, los enanos estaban sosteniendo peligrosamente velas y lámparas de aceite en la sala repleta de papeles, con los ojos pegados a los pergaminos.
-¡Esto no tiene ningún sentido! -rezongó Durgur. -No pueden estar ocurriendo tantas cosas al mismo tiempo. Aparte, tantos de nuestros mensajeros perdidos... ¡Y de esta forma! Parece una broma de los dioses.
-Recapitulemos y pensemos las cosas por separado -reprochó el anciano. -Es cierto que nuestros mensajeros fallecieron o desaparecieron en forma extraña. Pocos deberían haber venido a pie en lugar de en girocóptero con esta clase de mensajes y sin embargo ese parece haber sido el caso. A menos que contemos ya con menos girocópteros de los que teníamos, que a esta altura no me sorprendería. Ejércitos enteros intentando capturar a nuestros mensajeros, incluso algunos atreviéndose a acercarse a las mismas puertas de nuestras fortalezas. Corren rumores entre los exploradores de haber visto un mensajero internándose en Gunbad e incluso de otro devorado por un maldito garrapato en un apestoso campamento goblin. Poco tiene sentido. Sin embargo, de ser ciertos los otros mensajes, tenemos entre nuestras manos lo que parecen ser fragmentos de una profecía. Hay quién dice que las situaciones más inesperadas pueden darse cuando de ellas depende el cumplimiento de una profecía.
-Eso suena a filosofía élfica -se quejó Durgur. -Se supone que una profecía es la advertencia de nuestros ancestros sobre los eventos futuros, no una declaración todopoderosa de las cosas que deben ocurrir.
-Claro que es una advertencia de nuestros ancestros. Pero a menos que sepas cómo funciona todo en este mundo, no hagas oídos sordos a todo lo que dicen los elfos. Mal que nos pese, no han sido pocas las veces que han acertado con sus teorías ridículas… Si bien nuestros Maestros y eruditos han logrado dar luego con explicaciones más sensatas que apuntaban en la misma dirección que las locuras de los elfos.
-¿Es cierto que ha habido batallas casi a las puertas de algunas de nuestras fortalezas? -cambió de tema otro de los enanos con aire casi soñador.
-Eso me han contado. Incluso conozco algunos detalles sobre la batalla frente a… No, mejor dejemos la historia para otro momento -decidió el anciano para desilusión de varios de sus aprendices. -Tenemos que seguir con lo que debo presentar ante el Consejo. Ya tenemos identificadas y separadas lo que parecen ser distintas partes de la profecía, provenientes de nuestros contactos en el imperio, entre los elfos e incluso esos mensajes obtenidos de los goblins. Halgar, ¿has terminado de traducirlos?
-¡Esto no tiene ningún sentido! -rezongó Durgur una hora más tarde.
-Ya lo has dicho -dijeron por séptima vez los demás enanos con voz cansina mientras el anciano le clavaba una profunda mirada.
-Pero es que no lo tiene. Son todas frases inconexas e incluso cada frase carece de sentido. "La vida de la reina que evitó la sangre". "El árbol que dejó de serlo para no regresar". Y Halgar asegura que lo único comprensible que pudo obtener de esos mensajes goblins es que "los de abajo podrán subir y quién los mantenga bajo su control dominará". Suena a lo más comprensible salvando el detalle de que no dice quiénes son los de abajo, abajo de donde están o donde subirán. Halgar, ¿estás seguro de haberlo traducido bien? ¿No te has dejado nada?
-¿Podrían ser los skaven? -preguntó dubitativo otro de los enanos.
-No. Por más que las ratas quisieran salir a la superficie o que alguien los pudiera controlar, difícilmente dominarían nada. Solamente habría guerra, una terrible guerra, pero que no podrían ganar, no contra todos los habitantes de la superficie -contestó el anciano mientras miraba a otro de los enanos. -Lori, hace casi media hora que llevas mirando ese mismo pergamino con el ceño fruncido. Y si no me equivoco, ni siquiera forma parte de los que contienen la profecía.
-Es que no tiene sentido -respondió sin pensar, ante lo que recibió una mirada admonitoria por parte de los demás enanos mientras Durgur sonreía abiertamente satisfecho. -Recibimos esto desde un contacto en Esk, una ciudad de Hochland, en el Imperio, si mi memoria no me falla, cosa que dudo seriamente. De acuerdo a nuestros archivos, Esk es una ciudad fortificada situada justo al pie de las Montañas Centrales, que ascienden abruptamente en ese sitio, cerca de un paso montañoso.
-¿Y entonces? ¿Qué dice el mensaje? -lo apremió Durgur cuando Lori se detuvo para volver a mirar el pergamino en sus manos con el ceño fruncido.
-Es un informe de rutina. Las guarniciones se mantienen en buen estado... son tiempos de escaso comercio... están reparando dos torres vigías... aquí está. Sin percatarse, nuestro aliado indica que las murallas se están reparando, salvo el muro norte, ya que los albañiles se quejan de que es peligroso colgarse de la muralla con los fuertes vientos del norte. La alcaldía no le da mayor importancia, ya que son reparaciones menores que están lejos de poner en peligro la estructura o capacidad defensiva de la muralla.
-No estoy seguro de percatarme yo tampoco de lo que a ti te parece tan claro -señaló Durgur.
-Vientos del norte. No puede haber vientos del norte sobre Esk. He estudiado la geografía de la zona en nuestros archivos. Las montañas al norte de la ciudad bloquerían y desviarían cualquier viento proveniente de esa dirección.
-¿Estás seguro de esto, Lori? -consultó el anciano con cara de preocupación. -Humanos y elfos hacen mención de ciertos vientos del norte como preámbulo a sucesos poco agradables de nuestra historia. Deberíamos revisar esos archivos que mencionas.
-¡Soy un idiota! -gritó de repente Halgar. -Lo he traducido casi correctamente Durgur, pero mal interpretado. Los goblins dibujan sus rudimentarios mapas alrevés, los muy imbéciles. Ponen en ellos los nombres de forma que que el norte queda abajo y el sur arriba. Y utilizan la misma palabra para decir "abajo" que "norte"... y uno después se pregunta por qué están constantemente peleándose entre ellos. No deben poder ni comprenderse correctamente al hablar.
-Es la peor noticia que podrías haberme dado, Halgar -dijo muy seriamente el anciano, con voz cansada. -Pero me alegro que lo hayas deducido correctamente. Ahora sabemos a lo que nos enfrentamos. Demonios. Otra vez.
-Ya sabemos que la profecía trata sobre una nueva amenaza del Caos. ¿Por qué seguimos investigando y no vamos con el Consejo de Ancianos? -preguntó Durgur.
-Porque a los miembros del Consejo nos gusta rumiar largo rato las cosas. Cuanto más digerida les presentemos la información, más rápido tomarán una decisión -contestó el anciano. -Además hay elementos que no terminan de cerrar del todo con una nueva incursión del Caos. ¿Qué significan todas las otras frases a las que no les encontramos sentido ni conexión con un avance de los demonios? ¿Son referencias a sitios donde atacarán, donde podemos defendernos? Por otro lado, lo que me preocupa más aún, en la profecía se menciona claramente que alguien controlará a los demonios. Sólo los dioses del Caos pueden lograrlo y, si ese es su deseo, hacerlos avanzar junto a las tropas de humanos corruptos o repulsivos hombres bestia. Pero la profecía parece indicar que incluso son varios quienes podrían controlar a los demonios y quien lo haga dominará. Más aún, dice expresamente “quien los mantenga bajo su control dominará”. Aún si alguien pudiera controlar en algún momento a los demonios, éstos se verían obligados a retroceder hacia el norte en cuanto frenen lo que los elfos llaman Vientos de la magia. Siempre ha sido así. Pueden destruirnos, pero no conservar el control del Viejo Mundo.
-”El vómito de la roca del carnicero”. ”Y avanzarán con la regurgitación de sus nuevas carnes”. "El árbol que dejó de serlo para no regresar". “Las caóticas ramificaciones de las hojas enraizaron”. “Los del norte podrán descender y quién los mantenga bajo su control dominará”. “No hay reglas si no amanece” -fue contando con los dedos uno de los enanos más callados hasta entonces.
-Siempre has sido el más sagaz entre nosotros Rugni. ¿Estás intentando ordenar las frases? ¿Les encuentras algún sentido? -preguntó el anciano.
-¿Y si los demonios descubrieron alguna forma de mantenerse en nuestro mundo? -preguntó a su vez Rugni.
-¿Crees que eso es lo que significa?
-No lo sé. Nuevas carnes, nuevos cuerpos. El árbol que no regresa y las ramificaciones caóticas que se enraizan. Puede significar cualquier otra cosa. Es solo una idea.
-Una idea a la que prestaré atención si proviene de ti, Rugni. Ya muchas veces has demostrado la valía que se esconde entre esas orejas peludas -aseguró el anciano. -Pero no puedo evitar pensar que si los demonios supieran como mantenerse o adentrarse más en el mundo, ya lo habrían hecho. Y aún no se explica que alguien pueda controlarlos.
-¿Y si en la profecía está la receta para lograr todo eso? -indagó Rugni.
-En ese caso nuestros ancestros nos han jugado una mala pasada, si la profecía realmente proviene de ellos. Tendremos que identificar los ingredientes para dicha receta -resolvió el anciano.
-Si son ingredientes, conocemos uno -dijo otro enano. -Aquí dice que “la redirección del monolito es la última de las huellas para llegar al final del camino”.
-Imagino que cualquiera sea la forma en que lo hagan, necesitarán gran energía mágica para lograrlo -dijo el anciano tras meditar unos instantes. -Todo a lo largo de Ulthuan existen Monolitos que redirigen la energía mágica que irradian los portales del norte hacia el Gran Vórtice. Si uno de esos Monolitos es la clave para el dominio del Caos o de quién controle a los demonios, la situación no es tan desesperada. Los elfos colocarán su ejércitos en posiciones para defenderlos.
-¿Desde cuándo sabes tanto sobre los elfos? -inquirió Durgur.
-Primero me acusas de utilizar filosofía élfica y ahora pareces dudar de mis conocimientos sobre ellos -levantó la voz el anciano claramente molesto. -He tenido ocasión de estudiarlos e incluso tratar con muchos de ellos. No creo que necesites saber más al respecto.
Siguió un silencio incómodo sólo perturbado por el crepitar del fuego. Hasta que se oyó un sordo y agudo chillido al quebrarse una rama en el hogar y saltar una lluvia de chispas.
-¿Qué fue eso? -preguntaron varios enanos mirándose entre sí.
Pero el anciano no perdió tiempo. Cogió con una mano una gran pala destinada a acomodar las brazas y con un brusco empujón barrió los troncos que crepitaban en el hogar. Mientras los demás enanos se apresuraban a retirar los pergaminos de donde había caído el fuego, el anciano se metió en la chimenea, apoyó las manos contra las paredes y se impulsó hacia arriba aparentemente sin esfuerzo.
-No debería poder entrar nadie por allí. El ducto se ramifica y empequeñece hasta el tamaño de un dedo pulgar antes de llegar a la superficie -informó Durgur.
-Pero aquí hay un túnel que no va hacia arriba, sino más bien hacia abajo -se escuchó la sofocada voz del anciano mientras forcejeaba dentro de la chimenea. -Y decididamente no cabe un enano en él.
Los demás se miraron confundidos mientras el anciano salía del hogar con la barba repleta de hollín.
-Pero he encontrado ésto -anunció arrojando sobre una mesa un pequeño matojo de cortos pelos marrones.
-Skaven -dijo Durgur, casi escupiendo la palabra. Los enanos se precipitaron hacia la puerta cuando la voz del anciano los frenó en seco.
-¿Dónde se supone que buscarán a la rata? Estamos en el límite de nuestra ciudad, no hay pasajes hacia donde se dirigía ese estrecho túnel. Lamentablemente ahora tenemos que informar al Consejo que también las ratas lo saben.
-Acabo de darme cuenta de algo -dijo suavemente Rugni, quien no se había separado de los pergaminos. -La parte de la profecía que habla sobre el monolito se encuentra sólo en los mensajes robados a los goblins y no se repite en otros, como ocurre con la mayoría de los otros fragmentos. Los elfos no lo saben.
El anciano lo miró secamente con el rostro demudado, antes de salir corriendo de la habitación.